LUDWIG WITTGENSTEIN
LUDWIG WITTGENSTEIN

Ludwig Wittgenstein nació el 26 de abril de 1889 en Viena en una familia de alta burguesía industrial de ascendencia judía rica y culta fue un profesor de la filosofía en la universidad de Cambridge era uno de los filósofos mas importantes de este siglo pero también uno de los mas difíciles de entender en la primera Guerra Mundial , Russel y Whitehead publicaron su principia Matemática, mientras, que el filosofo mas influyente era George E. Moore Wittgenstein se hizo pronto amigo de Russell y lo mismo ocurrió con Moore y con Whitehead, así como con Keynes el economista, Hardy el matemático y otros talentos semejantes Wittgenstein permaneció en Cambridge casi dos años, y a fines de 1913 se fue a vivir a Noruega, en una cabaña que se construyeron al mismo, en un sitio completamente aislado. Al estallar la guerra ingresada como voluntario al ejercito austriaco y pelearon hasta 1918, en que cayo prisionero de los Italianos. En la casa palacio de los Wittgenstein, eran usuales las recepciones literarias y artísticas propias de estas décadas, en las que la proliferación cultural era paralela al declive de la estructura imperial. Su propio padre, Karl Wittgenstein, consolidado magnate del hierro y el acero, y uno de los hombres más ricos del mundo, se refugió en las artes para complementar su influencia y prestigio.
Como discípulo del filósofo, matemático, lógico y escritor británico Bertrand Russell, Ludwig lograría encaminar su propio enfoque, no precisamente en el mismo sendero de su maestro, pero logrando despertar en él el reconocimiento de su genialidad, lo suficiente como para respaldar sus trabajos. Cuando se trata del trabajo filosófico y lógico de Ludwig, se pueden apreciar dos períodos muy delimitados en el marco de sus creaciones literarias más importantes. Se habla de un primer y segundo Wittgenstein. El primero en base a su libro novel, el único que vio en vida, el Tractatus lógico philosophicus, donde Ludwig creyó resolver todas las interrogantes de la filosofía
El Tractatus ha sido muchas cosas diferentes para sus distintos lectores, pero para el circulo de Viena representaba uno de los textos fundamentales. Esta escrito en forma de aforismos, numerados de acuerdo con un código especial cada sección lleva un numero del 1 al 7, los comentarios sobre el primer aforismo se numeran 1.1, 1.2, etc. Cada aforismo es un resumen supercondensador de conjuntos de ideas que Wittgenstein habría anotado en sus cuadernos e integrando y sintetizando a través de varias formulaciones, de modo que a pesar de que el Tractatus es un esbelto librito de menos de 80 paginas, su lectura requiere varias pero muchas mas horas de atención concentrada. Para nuestro interiores, quizás lo mejor seria iniciar un resumen de sus principales contribuciones al método científico con el ultimo y mas famoso aforismo del libro: "De lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio."
La familia de los Wittgenstein procedía de antepasados judíos, aunque Hermann Christian Wittgenstein y Fanny Figdor, los tatarabuelos paternos de Ludwig, se habían convertido al protestantismo y, al nacer Ludwig, el hijo menor de Karl y Poldy, ya se encontraban plenamente asimilados a la cultura vienesa. En la ciudad imperial, los Wittgenstein gozaban de enorme respeto y consideración social, y ayudaban económicamente a más de un talento de las artes y de las letras. Karl era un hombre de negocios muy rico y pasaba por ser el empresario industrial quizá más hábil del imperio austro-húngaro. Su esposa se llamaba Leopoldine Kalmus, cariñosamente Poldy, y poseía un talento especial para la música: se dice de ella que interpretaba partituras al piano prima vista. La inmensa riqueza procedente de las industrias de Karl les permitió llevar una vida al estilo de la más distinguida aristocracia y codearse así con la flor y nata de la sociedad. Tuvieron ocho hijos Hermine, Hans, Kurt, Rudolf, Margarethe, Helene, Paul y Ludwig. Todos fueron educados por preceptores particulares en el palacio familiar de la Alleegasse. El joven Ludwig poseía un claro talento para la técnica, una fina sensibilidad para la ética y una gran capacidad para valorar la música, la literatura y el arte en general.
En una carta de 1917 a su amigo Paul Engelmann, Wittgenstein se muestra despreocupado respecto de la posibilidad de expresar lo que es trascendente mediante el lenguaje. Nada se pierde si no podemos decir nada con sentido de lo inexpresable, puesto que existe y se halla contenido en nuestras proposiciones con sentido. Esta doctrina, que distingue claramente entre lo que se puede decir y lo que únicamente se muestra en lo que se dice, es fundamental para entender el pathos metafísico de Wittgenstein. En el prólogo del TLP ya advertía que el libro pretendía trazar un límite a la expresión de los pensamientos, que, como sabemos, son figuras de hechos del mundo o estados de cosas.
La noción de límite es dialéctica y atraviesa todo el TLP una vez trazado, implica que existe algo más allá para cuya preservación se encierra el aquende en un todo autocontenido. Sólo así se puede entender y vivenciar que el sentido del mundo se encuentra fuera de él, pues no puede ser un hecho casual más del mundo, sino algo radicalmente meta físico, el valor absoluto, que hace de la ética una esfera trascendental, como la misma estética, en cuanto vivencia de lo que es bello en sí, y no sólo relativamente a hechos del mundo. Se soluciona, pues, el problema de la vida, y con él los clásicos problemas filosóficos en general, porque, y sólo cuando, se adopta la forma de la vida correcta éticamente, estéticamente y místicamente.
Wittgenstein poseía, pues, una concepción ética trascendente del cristianismo semejante a la de Tolstoy y entendía la fe como una vivencia mística de superación de los límites del lenguaje y del mundo. Su adscripción religiosa era básicamente cristiana, si hacemos abstracción no sólo de los dogmas que era incapaz de apropiarse existencialmente, como el de un Dios creador, sino también de su rechazo de la dimensión cognitiva de la fe, la que se expresa en enunciados que constituyen la fe creída como base teórica de la fe vivida . Ciertamente, no era católico, pues entre otras cosas le molestaba profundamente todo intento racional de probar la existencia de Dios y de hacer racionalmente creíble o aceptable la fe, y opinaba que con sus dogmas la Iglesia mantiene a la gente en la tiranía. Admiraba a San Pablo, pero consideraba que él no se hallaba personalmente a la altura espiritual que podría hacer comprensibles sus escritos.
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